El animal con la picadura más dolorosa del mundo vive en Sudamérica
La “hormiga bala”
Según el “índice de Schmidt”, el dolor de la mordedura de la hormiga bala es similar a “caminar sobre carbón en llamas con un clavo de tres pulgadas incrustado en el talón”.
La hormiga bala, conocida científicamente como Paraponera clavata, es uno de los insectos más fascinantes y temidos de la selva tropical. Habitante de las regiones húmedas de América Central y del Sur, esta hormiga capturó la atención tanto de la ciencia como de las culturas locales debido a su potente picadura, la cual es considerada una de las más dolorosas del reino animal.
El nombre “hormiga bala” proviene precisamente de la intensidad de su picadura, que es treinta veces más intenso que el de una abeja o avispa, y quienes sufrieron esta picadura aseguran la analogía de la misma con el disparo de una bala. Este insecto se encuentra particularmente en los bosques fluviales de Venezuela, Colombia, Bolivia, Perú y Brasil, pero su presencia logra extenderse hasta Costa Rica o hasta la península de Yucatán.
La hormiga bala puede alcanzar hasta 2.5 cm de longitud, lo que la hace una de las hormigas más grandes del mundo. Posee un color negro brillante y se distingue por sus grandes mandíbulas y un aguijón prominente, utilizado tanto para la defensa como para la caza. A diferencia de otras hormigas que pueden tener una organización social compleja con múltiples roles dentro de la colonia, la hormiga bala mantiene una estructura más sencilla, con todas las hormigas trabajando en conjunto bajo el mando de una sola reina.
La picadura y sus efectos
El veneno de la hormiga bala contiene poneratoxina, un poderoso neurotóxico que causa un dolor inmediato e intenso. Los efectos de la picadura incluyen inflamación, fiebre y arritmias cardíacas, y el dolor puede durar hasta 24 horas. Curiosamente, a pesar de su potencia, el veneno tiene poco riesgo de causar la muerte en humanos sanos, aunque el dolor extremo puede ser incapacitante.
Uso en rituales indígenas
La picadura de la hormiga bala fue incorporada en rituales de iniciación por varias tribus indígenas, incluyendo los Satere-Mawe de Brasil. En estos rituales, los jóvenes guerreros deben colocar sus manos en guantes llenos de hormigas bala como prueba de fuerza y resistencia. La ceremonia no solo es un rito de paso sino que también se cree que confiere fuerza y resistencia a quienes la superan.