La historia de Salvador, el perrito que no se rindió y ahora busca una familia

Herido, temblando y sin ayuda durante 11 horas:
En una camilla tibia, en el Centro Veterinario del NOA, ubicado en avenida América 158, un perrito blanco con orejitas marrones se acurruca buscando calor. Se llama Salvador. Lo bautizaron así porque, pese a todo, sobrevivió. Su historia duele, pero también inspira. Hace unos días fue atropellado por una moto en Yerba Buena y estuvo 11 horas agonizando en la calle, solo, bajo la lluvia, herido y temblando.
Una cámara de seguridad registró el momento exacto del impacto. Salvador no cruzaba la calle. Corría alegremente por la platabanda junto a otro perro, hasta que una moto lo arrolló. El conductor no frenó. Siguió. Y Salvador quedó tirado, invisible para todos, excepto para quienes todavía creen que cada vida cuenta.
Fue gracias a vecinos solidarios, a la periodista Gabriela Gatica Ruiz, y a un equipo de veterinarios comprometidos, que Salvador no se rindió. Llegó a la veterniaria en shock, con una fractura de cráneo, otra en una patita, hipotermia, y sin responder a ningún estímulo. “No podía ni abrir la boca para comer”, dijo Jimena Merkusa, una de las profesionales que lo atiende. “Hoy se para en tres patas, busca caricias y come con muchas ganas. Está vivo porque quiso vivir”.
Gabriela lo encontró por casualidad. O quizás por destino. “Había ido a comprarle una polera a mi perrita Margarita. Vi a unos chicos con una caja. Me acerqué y lo vi. Temblando, sin moverse. Llamé a Jimena. Llegó con lo justo”.

En estos días, Salvador empezó a mirar a los ojos. A mover levemente la cola. A buscar, con esa ternura que sólo tienen los que sufrieron y aún así no desconfían, una mano que lo acaricie. Tiene aproximadamente un año y ahora lo que más necesita es una familia que lo ame, lo cuide, lo abrace en esta segunda oportunidad.
“No hace falta una familia tipo”, cuenta Gabriela. “Hace falta alguien que lo quiera de verdad. Una casa cerrada, un poco de tiempo, compromiso con su recuperación… y mucho amor”.
Todos los gastos veterinarios están cubiertos. Solo se pide que quien quiera adoptarlo pueda garantizarle una buena alimentación, darle su medicación diaria, y traerlo a los controles. “Salvador no está perfecto. Pero su pronóstico es bueno. Él quiere vivir. Lo ha demostrado”.
También se busca justicia. Hay una denuncia realizada, cámaras aportadas por la Secretaría de Seguridad de Yerba Buena, y abogados dispuestos a colaborar. “No buscamos venganza -dice Gabriela- pero no puede ser que atropellar y abandonar a un animal no tenga consecuencias. Tiene que cambiar la conciencia social y también el accionar de las instituciones”.
Hoy, mientras en la camilla Salvador bosteza, se acomoda, y vuelve a acurrucarse, la esperanza cambia de forma y toma nombre propio. Un perrito que sobrevivió al abandono, que soportó el dolor más brutal, y que todavía confía. Porque Salvador quiere vivir. Y lo que más quiere ahora es una familia.
Si querés adoptarlo o colaborar, podés comunicarte al 381533 4462 (Veterinaria Centro NOA).