Cristina Kirchner le pagó a Capuchetti para romper su teléfono
Sabag Montiel La declaración del acusado de intentar matar a la ex vicepresidenta se dio en el marco de una causa que investiga cómo se destruyó su celular tras su detención. Pero el principal sospechoso dio su teoría con críticas a la jueza, el fiscal y su defensor.
La teoría que esbozó Fernando Sabag Montiel sobre cómo se rompió su celular, apenas un rato después de quedar detenido por el intento de homicidio de la entonces vicepresidenta Cristina Kirchner, sacudió los oídos de los funcionarios judiciales que lo escuchaban ayer, en Comodoro Py, al escucharlo hablar como testigo. Es que el atacante afirmó que su teléfono lo revisaron y manipularon durante 24 días. Y después, “lo destruyeron”. El objetivo, en su interpretación, fue “generar dudas” sobre sus supuestos lazos con Revolución Federal y el diputado del PRO Gerardo Milman, dos hipótesis que impulsó la querella de la ex jefa de Estado.
Lo curioso es que, en su hipótesis, “Cristina Kirchner le pagó a la jueza María Eugenia Capuchetti para romper su celular”, según la declaración a la que accedió Infobae.
Precisamente, fue la ex vicepresidenta la que llevó adelante una serie de presentaciones críticas contra la magistrada que llevó adelante su causa. Sabag Montiel también acusó al fiscal Carlos Rívolo y a su ex defensor Juan Hermida, junto a los que lo investigaron y condenaron en otra causa por la tenencia de un DNI. “Quiero que queden imputados todos”, reclamó.
Sabag Montiel se sumó, irónicamente, a la moda política de criticar a los medios, en su caso, a “los medios manejados por el kirchnerismo tejían toda la falsa historia”. “Entre muchas todo lo que se inventó, que el Poder Judicial estaba persiguiendo al kirchnerismo y por esa razón querían apresar o mandarla a matar a Cristina. Esa fue una de las grandes mentiras que cree la gente”, afirmó.
Lo que reveló, sin embargo, su declaración es que su celular podría haberse roto en cualquier momento.
Fernando Sabag Montiel está preso desde el 1 de septiembre de 2022 cuando intentó matar a la entonces vicepresidenta Cristina Kirchner. En la causa por el atentado eligió no hablar. Solo buscó decir, apenas detuvieron a su novia, Brenda Uliarte, que ella no tenía nada que ver. Pero pese al silencio, a lo largo de su detención escribió decenas de cartas para sostener que nadie le pagó, que él no es un “sicario” y que actuó “por ideas propias”, algo similar a lo que le había dicho a los expertos que hicieron su perfil psicológico. “Es más simple de lo que todos creen”, afirmó allí.
Pero lo que apareció ahora fue una declaración que dio como testigo, bajo obligación de decir verdad, en una causa paralela: la que investiga cómo se destruyó el celular que llevaba al momento de su detención. La semana pasada, Sabag Montiel se negó a ser trasladado desde la cárcel de Ezeiza donde está arrestado a disposición del Tribunal Oral Federal 6, que a fines de junio comenzará a juzgarlo junto a Brenda Uliarte y junto al ex jefe de ambos, el líder de los “copitos” Nicolás Carrizo.
Pero este lunes, bajo la amenaza de ser llevado por la fuerza, Sabag aceptó declarar en la causa que tiene en sus manos la jueza María Servini. Allí estaban no solo los abogados del policía bonaerense y los dos miembros de la PSA que quedaron imputados. También estaba la fiscal Gabriela Baigún, que buscará acusarlo en el juicio oral por el atentado; y dos integrantes de la defensoría oficial, que lo representan.
Capuchetti fue la que ordenó investigar qué pasó con el celular. En la madrugada posterior al atentado, el cabo Alejandro Heredia, representante del Departamento Técnico Cibercrimen de la Policía Federal Argentina, llegó al juzgado e informó que había podido extraer la información de la la tarjeta sim, pero que el celular estaba bloqueado con un patrón. Al día siguiente, el teléfono fue enviado a la sede de la PSA, en un sobre abierto según consignó esa fuerza en el acta. Informaron que no podían ingresar porque el celular ya estaba reseteado a modo fábrica. Un peritaje en Gendarmería estableció que eso sucedió cuando el equipo ya estaba en poder de la PSA.
Un mes después, la PSA colocó el chip del antiguo teléfono y logró bajar parte de la información, que incluye mensajes de Telegram, tres cuentas de Google y de ahí se tuvo acceso a la nube que contenía gran cantidad de archivos multimedia que están siendo analizados. Es un total de 50 gigas de datos de la “nube”. De WhatsApp solo se pudieron recuperar los mensajes del día del intento de homicidio: es que el teléfono estaba apagado al momento de ser secuestrado y Sabag Montiel no tenía activada la copia de seguridad que permite “levantar” conversaciones más antiguas.
Según contó Sabag como testigo en su declaración de este lunes, el celular se lo había comprado a una chica venezolana, vía internet, a cambio de otro celular y dinero. Recibió un Samsung A50. Aclaró que no tenía aplicaciones que pudieran resetear el teléfono. Y si bien afirmó que tenía el sistema operativo de fábrica, admitió que cuando lo prendía y aparecía la marca, “luego aparecía una pantalla con letras rojas que decía ‘CMD WARNING’ y tenía que apretar ahí el botón de power y el teléfono andaba. Después me llevaba al menú principal. Era como darle enter. Esto estaba desde que lo compré. Me dijo la señora lo use así”.
Brenda le revisaba el teléfono. Hacía un mes que estaban de novios pero antes eran amigos y se habían revelado sus respectivas claves. “Como era celosa, lo revisaba para ver si había hablado con alguien. Pero después me lo devolvía”, dijo.
“Cuando me detuvieron no me pidieron la clave. En ese momento el teléfono lo tenía conmigo. Me lo sacan cuando me sacan todas mis pertenencias. Se arma una carpa negra y ahí me lo secuestran. El teléfono nunca se golpeó. Luego inventaron un golpe para decir que se golpeó y que a mi me golpearon un ojo, y que todo esto ocurrió en la trifulca que se armó con la gente del movimiento con los militantes que había ese día”, contó.
En su teoría, que no coincide con las pruebas de la causa, Sabag aseguró que para el 3 de septiembre, un día antes de la detención de Brenda, “el teléfono ya estaba desbloqueado”. Es que, según su versión, Brenda fue capturada y les entregó la clave de su teléfono. “Esto no figura en la causa, lo ocultan -afirmó-. Ella da la clave y desbloquean el teléfono”. Esta es la versión plasmó Sabag en las cartas que reveló Infobae el año pasado.
Según dijo, su ex novia le dijo cuando estaban detenidos en a sede de Cavia de la PFA que ella le había dado la clave de su teléfono a sus abogados, los defensores oficiales. Sabag tenía una pésima relación con esos defensores oficiales, tal cual dejó asentado en las numerosas cartas que envió a tribunales. Y agregó: “es mentira que Capuchetti lo recibió en un sobre papel madera que estaba abierto. En la PSA, 24 días después lo rompieron. Para esa fecha estaba roto, le sacaron toda la información y crearon un teléfono mellizo”.
Sabag afirmó que buscaron impedir que él se conectara con su “gente querida” y por eso “borraron los contactos” y “me dieron un papel con contactos falsos, que en verdad no están en mi teléfono. Yo lo guardé como prueba. Estos papeles me lo dieron en la PSA detenido”, afirmó.
Cuando le preguntaron qué había dicho cuando le pidieron la clave de su teléfono, Sabag Montiel admitió que queria desbloquearlo él. “Mi novia sabía que no quería que me lo desbloquearan, pero lo debe haber dado por miedo. Era una Z el patrón. Ellos, todos están involucrados. Hermida, Capuchetti, todos los que hicieron el allanamiento, en robarme los instrumentos de música y la ropa que tenía en mi casa, las patentes, los títulos automotores de mis cuatro autos… Esto yo ya lo hice saber en la causa, le mandé cartas a (Pablo) Bertuzzi, (Leopodo) Bruglia y a (Mariano) Llorens, que eran los jueces de la Cámara que intervenía en mi caso, contándoles todo esto pero no hicieron nada o no pudieron hacer nada”, afirmó.
“Tuvieron 24 días para analizarlo y después lo destruyeron. Capuchetti tuvo 24 días para descubrir qué tenía el teléfono, y como descubrió que no tenía nada para involucrar a Revolución Federal, por esto estos tres jueces descubrieron que yo no tenía vínculo y al romper el teléfono generan la duda de tener un vínculo. Lo mismo con Gerardo Milman, que lo involucran gratuitamente”, dijo
En su teoría Capuchetti “por un lado sobreseyó” a Mauricio Macri en una causa sobre la deuda por el FMI y por el otro “recibió dinero de Cristina Kirchner para romper el teléfono”.
Vale aclarar: 1. la causa por el préstamo del FMI sigue abierta y no se dictó ningún sobreseimiento; 2. Cristina Kirchner llevó adelante una embestida feroz contra la jueza que investigó la causa de su atentado, con recusaciones y acusaciones por entender que la magistrada no avanzó en el sentido planteado por la querella sobre la pata política.
Cuando en el secretario judicial que le tomaba testimonio le preguntó cómo sabía todo esto que estaba declarando, bajo obligación de decir verdad, Sabag respondió: “porque es de público conocimiento, lo hace para generar confusión. Por una parte culpa a Milman y por el otro sobresee a Mauricio Macri, es una doble vara que juega”.
También dijo que “hay una agente de la PSA” que apareció en un programa de Canal 7 el año pasado “tratando de justificar falsamente cómo se rompió el teléfono. El también es parte”. En su criterio, “los medios manejados por el kirchnerismo tejían toda la falsa historia”. “Quiero aclarar que no es la primera vez que pasa esto de borrado de teléfono en una causa de Cristina Kirchner. Hubo un kirchnerista, no recuerdo quién, lo dijo Baby Echecopar hace un par de días, que tenía 32 propiedades y le borraron el teléfono para que no se sepa -afirmó-. Quiero que queden imputados todos: Capuchetti, Rívolo, Hermida e Irusta, además de los 5 testigos” de la causa que se le siguió en San Martín donde terminó condenado a un año de prisión por la tenencia de un documento de identidad. “Yo me encontré con un DNI, simplemente eso”, afirmó.
El próximo 26 de junio, Sabag Montiel volverá a tribunales. Comenzará el juicio oral contra él, Brenda y Carrizo. Están acusados de homicidio doblemente calificado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas agravado por el uso de arma de fuego.