

El capitán de este barco es el Dr. Washington Héctor Navarro Dávila, un verdadero referente del crecimiento inorgánico.
Bajo su mando, el Ministerio Pupilar se convirtió en una fábrica de cargos estatales, todos con sueldos garantizados por el productor privado, ese ser mitológico que sigue pagando impuestos mientras intenta sobrevivir a la inflación y la AFIP.
¿Para qué sirve el Ministerio Pupilar? Nadie lo sabe con certeza. Pero eso sí: tiene página web, capacitaciones en Ley Micaela y exámenes digitales. Todo muy moderno, muy inclusivo, muy caro. La meritocracia se mide en gigabytes, la idoneidad en saber usar Moodle y la transparencia… bueno, en decir que hay transparencia.
Los requisitos para postular son ser abogado, escribano o procurador. O sea, profesionales que bien podrían competir en el mercado, pero que prefieren el abrigo tibio del empleo público. Una vez adentro, solo un cataclismo (o una causa judicial) los saca.
Se dice que los cargos son interinos por un año, pero eso es como decir que la presión tributaria es temporal. En Tucumán, todo lo interino tiende a ser eterno. El colmo de la ironía es presentar este festival de cargos como un acto de transparencia y modernización. En una provincia donde no se sabe cuántos empleados hay en la Legislatura, donde los jueces son vecinos de los políticos y donde el gasto público crece al ritmo del endeudamiento, esta “modernización” suena más a sketch que a política pública.
Mientras el país intenta apagar el incendio con un balde agujereado, en Tucumán siguen echando nafta. Total, la cuenta la paga el de siempre.
FUENTE: https://quediario.com.ar/2025/05/04/50-cargos-nuevos-en-el-misterioso-ministerio-pupilar/