En la ciudad de Rosario usa inteligencia artificial para controlar semáforos y reducir emisiones

¿Una idea replicable en Tucumán?
Rosario acaba de dar un paso firme hacia una ciudad más inteligente y sostenible: comenzó a implementar un sistema de inteligencia artificial (IA) para gestionar semáforos en tiempo real, con el objetivo de reducir los embotellamientos, acortar los tiempos de viaje y, sobre todo, disminuir la huella de carbono provocada por el tránsito urbano.
La tecnología, desarrollada por una startup local en conjunto con el municipio y especialistas en movilidad, analiza datos de cámaras, sensores y GPS de colectivos para ajustar automáticamente la duración de los semáforos según la densidad del tráfico.
En lugar de ciclos fijos, la IA aprende y se adapta: si una calle está congestionada, los semáforos priorizan su descongestión; si hay mayor flujo de peatones, los sistemas lo registran y responden.
Menos tiempo al volante, menos emisiones
Según datos del Ente de Movilidad Rosario, desde que comenzó la prueba piloto en avenidas clave como Pellegrini y Circunvalación, el tiempo promedio en horas pico se redujo un 18 %, y las emisiones de CO₂ por vehículo un 12 %. A menor tiempo detenido con el motor encendido, menor consumo de combustible. Una relación directa que en ciudades como Tucumán podría generar un impacto profundo.
“El tránsito genera entre el 30 % y el 40 % de las emisiones urbanas de gases de efecto invernadero. Si queremos ciudades limpias, hay que empezar por ahí”, explicaron desde la Agencia Local de Cambio Climático.
¿Puede funcionar en Tucumán?
Sí, y de hecho las condiciones lo exigen. Las avenidas Mate de Luna, Av. Roca, Sarmiento o Solano Vera, entre otras, sufren a diario los embotellamientos típicos de una ciudad sin planificación moderna. Semáforos mal sincronizados, vehículos detenidos por minutos sin avanzar, bocinazos, motos que esquivan, colectivos que tardan y una nube gris de fondo.
La aplicación de un sistema similar en San Miguel de Tucumán podría mejorar la fluidez del tránsito, reducir los niveles de ruido, acortar los trayectos en transporte público y disminuir significativamente las emisiones de gases contaminantes. Además, permitiría establecer carriles preferenciales para vehículos eléctricos o transporte público, integrando movilidad inteligente con sustentabilidad.
“Lo que hace Rosario no es ciencia ficción, es voluntad política y gestión basada en datos. Tucumán tiene el talento técnico y el desafío ambiental para hacerlo realidad”, opinó un especialista en ciudades inteligentes consultado por QueDIARIO.
Tecnología al servicio del ambiente
La idea de usar IA no es solo una herramienta de tránsito: es una política ambiental inteligente. A diferencia de soluciones que requieren grandes inversiones en infraestructura, los sistemas de control inteligente pueden adaptarse a la red semafórica actual con mejoras progresivas. El costo de implementación es menor que el de una obra vial, y los beneficios ambientales, mucho mayores.
En tiempos donde hablar de “transformaciones en serio” parece una consigna vacía, acciones como estas demuestran que se puede usar la tecnología no para vigilar, sino para mejorar la vida de las personas. Y eso también es política ambiental.
¿Puede Tucumán dar ese paso?
Sí. Solo hace falta cambiar la lógica: menos discurso, más datos. Menos burocracia, más sensores. Menos humo, más aire limpio.