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Tucumán entre las provincias con más estudiantes en ciencia de datos

En medio de un panorama marcado por la fuga de talentos, el desempleo juvenil y la crisis educativa, una estadística enciende una pequeña chispa de esperanza: Tucumán se ubica entre las provincias con mayor cantidad de estudiantes inscriptos en carreras vinculadas a la ciencia de datos, programación e inteligencia artificial.

Según datos relevados por el Sistema Federal de Información Educativa y complementados con informes de universidades y tecnicaturas terciarias, la provincia concentra el 4,8% de la matrícula nacional en estas áreas, superando a distritos de mayor población como Mendoza o Entre Ríos. Se destacan carreras como Ingeniería en Computación, Tecnicatura en Ciencia de Datos, Análisis de Sistemas e incluso especializaciones de posgrado impulsadas por universidades públicas y privadas.

Detrás de los números hay nombres e historias. Matías, de 19 años, estudia Ciencia de Datos en la UTN Tucumán: “Me interesé cuando vi que muchas empresas buscaban perfiles con manejo de Python o R. Empecé con cursos gratuitos y después me anoté. Sueño con trabajar en algo que tenga impacto real, ojalá desde acá”, cuenta.

Lucía, de 22 años, viene de Tafí Viejo y cursa Inteligencia Artificial en la UNSTA. “No quiero irme, pero sé que si quiero crecer profesionalmente quizás tenga que hacerlo. Igual, mientras tanto, trato de capacitarme lo máximo posible”, explica. Como ella, cientos de jóvenes combinan estudios con cursos online, hackatones y comunidades tecnológicas locales que crecen al margen del radar oficial.

Uno de los espacios que ha ganado protagonismo es la comunidad “DataTuc”, un colectivo abierto de entusiastas y profesionales que organizan encuentros, workshops y desafíos de programación en espacios autogestionados. “No tenemos apoyo estatal ni grandes presupuestos, pero sí muchas ganas”, dice Sergio, uno de sus fundadores.

Frente a este fenómeno, la paradoja se impone: Tucumán forma talento tecnológico en cantidades destacables, pero carece de un ecosistema sólido que lo retenga o inserte en proyectos locales. Empresas del rubro son escasas, y las pocas que existen sufren para competir con salarios en dólares o propuestas de trabajo remoto de firmas extranjeras. Se calcula que el 60% de los estudiantes que terminan migran a Buenos Aires, al exterior o al mundo freelance online. Además, las políticas públicas no terminan de conectar la formación técnica con los desafíos provinciales: falta articulación con sectores como salud, agroindustria, transporte o administración pública. Y los esfuerzos por digitalizar procesos o aplicar ciencia de datos en la gestión del Estado siguen siendo marginales o decorativos.

Sin embargo, la voluntad de cientos de jóvenes por formarse en áreas de futuro –a pesar del contexto– merece ser reconocida, visibilizada y potenciada. En un escenario dominado por malas noticias, el auge de las carreras tecnológicas en Tucumán representa una luz entre tanta oscuridad. Una señal de que el talento existe. Lo que falta, como casi siempre, es decisión política.

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