“Martín Menem hizo lo mismo que Villarruel y a ella la llamaron traidora”

El titular de la Cámara de Diputados presidió una sesión en la que se rechazaron decretos del Ejecutivo; la oposición quiere quebrar la política del Gobierno
La oposición consiguió quorum en la Cámara de Diputados para sesionar. Se necesitaban 129 diputados para empezar y lograron reunir a 131. Es la segunda vez en poco tiempo porque el Senado hizo lo mismo. Y creo que es preocupante para el Gobierno que el Congreso se esté autoconvocando para tomar decisiones que le importan a la oposición. En ese sentido es buena la noticia de que el Presidente dice que va a dejar de insultar y maltratar a la gente porque hay demasiados puentes rotos, sobre todo con el Congreso, donde el Gobierno está en minoría.
Ricardo López Murphy decía ayer una cosa que es cierta. No vivimos en un régimen parlamentario; el nuestro es presidencialista. Porque en el régimen parlamentario el que gobierna es el Parlamento y designa un primer ministro que es el que lleva el gobierno. Pero como gobierna el Parlamento, puede tener iniciativas todo el tiempo. Acá no es así.
Veo una oposición que está entusiasmada con gastar recursos públicos sin decir de dónde se van a sacar. O los dice muy vagamente. Por supuesto, si vamos a entrar a analizar sector por sector, las necesidades son muy amplias. ¿Los docentes universitarios necesitan ganar más? Sin duda que sí. Lo mismo con el personal de la salud pública, en este caso del Hospital Garrahan. Ahora, si van a mejorar todas esas injusticias que se viven, es probable que se llegue de nuevo al déficit en cualquier momento. Cuando hay déficit existen dos maneras de financiarlo: o crédito o emisión espuria de dinero. Y ambas herramientas terminan en una inflación más alta.
Si quiere hacer justicia, la oposición debería imaginar medidas más concretas, reales y perfectamente practicables. ¿De qué lugar del Estado se va a sacar el dinero para hacer los gastos que ellos prevén en estos proyectos de leyes?
También hay una manera más sensata de empezar a resolver estos problemas: tratar un presupuesto. Todo país serio tiene un presupuesto para manejarse durante un año y después, obviamente, al finalizar, se trata el del próximo año. Todo país serio necesita una ley que le diga, con la aprobación del Parlamento y del Poder Ejecutivo, cómo va a gastar, qué dinero va a ingresar y cómo van a hacer la inversión en los gastos. Hace dos años que no hay presupuesto.
En la Argentina, el Presidente puede firmar un decreto y prorrogar la vigencia del presupuesto hacia el otro año. Y después, también por decretos, cambia las partidas de acuerdo a las políticas y a sus ideas. Eso ya no es tener un presupuesto. Eso es un enorme poder al jefe del gobierno. Ahora, la oposición tampoco hace nada para tratarlo.
Si se pusiera en marcha, necesitaría de negociación y persuasión. El Gobierno tiene una persona en condiciones de hacer eso: el jefe de gabinete, Guillermo Francos, quien va a tener que recibir un apoyo fuerte y permanente del Presidente. Que no ande rompiendo canales de diálogo.
La pregunta que hay que hacerse también es si el Gobierno quiere que se trate el presupuesto. Muchas fuentes parlamentarias que me dicen que no tiene ningún entusiasmo en tratarlo.
Por supuesto que la vía mucho más fácil es con una firma del Presidente y esas decisiones no pasan por el Congreso. Pero eso es una cara de la moneda. La otra es que, como no tener presupuesto es el argumento de la oposición para decir que sabe que el Gobierno va a gastar, se autoconvoca y consigue el número.

Entre paréntesis, no escuché hasta ahora que a Martín Menen le hayan dicho “traidor”. Está presidiendo una sesión de la Cámara de Diputados de un día de sesiones ordinarias en la que la oposición se sentó y juntó el número. Él cumplió con su obligación, fue y presidió. Es lo mismo que hizo Victoria Villarruel con el Senado y por lo que la están llamando “traidora”.
De paso, la oposición aprovecha uno de los objetivos, que es quebrar la política de superávit de Milei, cuando faltan poco más de dos meses para las elecciones nacionales. La baja de la inflación y el superávit son las grandes banderas del Presidente para encarar esta elección.
Hay poco dinero. Hay motosierra por un lado y una oposición que quiere gastar. Pero, por otro lado, veo que hay un montón de dinero que va a la SIDE. Según el sitio Chequeado, este año se transfirieron a la SIDE 80.000 millones de pesos adicionales, de los cuales, el 20% son fondos reservados. Es decir, hay unos 16.000 millones de pesos que no sabremos nunca cómo se gastaron.
A todo esto, el fin de semana, Hugo Alconada Mon publicó una información según la cual la SIDE le hace informes al Gobierno sobre la actividad de dirigentes políticos opositores, de sindicatos, de movimientos sociales y hasta de jubilados. Cosas que las SIDE no tiene que hacer, ya que se tiene que dedicar a defender la seguridad del Estado y de los argentinos. El Gobierno dice que es información pública y, efectivamente, el propio Hugo dice en su información que por lo menos una o dos de las informaciones habían sido publicadas en diarios. Ahora yo me pregunto: ¿si fueron publicadas, para qué la SIDE le manda eso al Gobierno?
O se está empezando a realizar un camino de investigación de la actividad política, cosa que no debe hacer. En cualquier caso, sea porque está mandando información que ya todo el mundo sabe o porque está investigando a la actividad política, se está gastando plata que no se debe gastar dentro del Estado. Y esto el presidente Milei lo debe saber porque él anda con la motosierra y ahí tiene un lugar para ponerla en acción.