“Reducir impuestos no es perder poder: es devolverle dignidad al contribuyente.”

Tras su contundente victoria legislativa, Javier Milei se prepara para encarar una de las reformas más ambiciosas de su gestión: una reestructuración total del sistema impositivo argentino.
La propuesta incluye la creación de un “Súper IVA” y una fuerte reducción del Impuesto a las Ganancias, con la promesa de simplificar tributos, eliminar distorsiones y devolver oxígeno a la inversión privada.

El “Súper IVA” implicaría unificar tasas y eliminar regímenes especiales que convirtieron al sistema tributario en una maraña burocrática imposible de cumplir. El objetivo: que el Estado recaude menos, pero mejor. En paralelo, la baja de Ganancias busca devolver poder adquisitivo y competitividad a las pymes, hoy ahogadas por una presión impositiva récord.
Más allá de los números, Milei intenta marcar un cambio de época. La reforma fiscal no es solo una decisión técnica: es un manifiesto político. Quiere romper con el dogma de que el Estado es el motor del desarrollo y reemplazarlo por una verdad más incómoda: que la prosperidad nace del individuo, no del burócrata.
La pregunta, sin embargo, sigue abierta: ¿está preparado el sistema político para resignar los privilegios que esos impuestos sostienen? Porque bajar impuestos puede ser popular, pero recortar poder nunca lo fue.














