
Mientras el ciudadano común en Tucumán hace malabares para llegar a fin de mes, los tres poderes del Estado —Ejecutivo, Legislativo y Judicial— operan como un bloque compacto de intereses cruzados, donde el gasto público es un botín, la transparencia una amenaza, y la verdad, un riesgo político.
Esta semana, el gobernador Osvaldo Jaldo reconoció públicamente que no hay presupuesto para cubrir las más de 100 vacantes que hay en el Poder Judicial. Pero evitó mencionar lo más evidente: con los sueldos actuales, no hay presupuesto que alcance. ¿Cómo va a haber plata para nuevos jueces si uno de primera instancia cobra $12.000.000 mensuales? ¿Y si los miembros de la Corte Suprema provincial superan los $30.000.000 por mes?
Sí, leyó bien. Treinta millones por mes. En una provincia con escuelas sin gas, hospitales sin insumos y trabajadores públicos cobrando salarios por debajo de la línea de pobreza.
El silencio no es casual
En cualquier república sana, esto sería un escándalo. Pero en Tucumán, ni los medios tradicionales ni los organismos de control levantan la voz. Porque hay un pacto de silencio entre los tres poderes. Se cubren. Se toleran. Se garantizan la impunidad presupuestaria.
El Poder Legislativo hace años que se niega a debatir una Ley de Acceso a la Información Pública, que obligaría a todos los organismos estatales a publicar sus contratos, nóminas de personal, escalas salariales, resoluciones y licitaciones. ¿Por qué no la sancionan? Porque los tres poderes tendrían que rendir cuentas. Y rendir cuentas es incompatible con sostener este sistema de privilegios.
El Judicial tendría que explicar sus escalas salariales. El Legislativo, su planta fantasma. El Ejecutivo, sus contrataciones directas y gastos reservados. Mejor entonces que nada cambie. Mejor cajonear todo. Mejor seguir en silencio.
El Estado como trampa
Hay estudios de fundaciones que hablan de participaciones del presupuesto de los distintos poderes. El Judicial no debería superar el 4% del presupuesto total. El Legislativo, el 2%. Pero en la práctica, esos topes se vuelven papel mojado. El presupuesto es manipulado, maquillado y redistribuido según conveniencias internas.
¿Resultado? Los servicios públicos colapsan, el más claro ejemplo es la SAT. Las escuelas rurales no tienen baños dignos, pero los jueces tienen chofer, pasajes en avión y viáticos internacionales. No hay recursos para nombrar nuevos fiscales, pero sí para que un ministro de la Corte gane más que el Presidente de la Nación.
El Estado tucumano no está quebrado. Está capturado. Por una élite que usa al aparato estatal para enriquecerse, blindarse y silenciar a quien pregunte demasiado.
Libertad es control al poder
La verdadera república no se construye con discursos, sino con instituciones abiertas. Y la base de todo es el derecho a saber. Saber cuántos empleados hay en cada oficina. Saber cuánto ganan. Saber cómo se usa cada peso que el ciudadano común aporta con sus impuestos. En Tucumán, eso no existe. No porque falten leyes, sino porque sobra impunidad.
Mientras no exista una ley de acceso a la información pública, el ciudadano común está desarmado ante el poder. Y el poder, cuando no tiene límites, se transforma en abuso.
No es resentimiento. Es justicia. No es “envidia a los jueces”, es un reclamo por lógica y equidad. Un docente gana $400.000. Un juez $12 millones. ¿Dónde está el contrato social?
El tiempo de la obediencia ciega terminó
La casta no va a renunciar por voluntad propia. Van a seguir blindándose entre ellos hasta que la presión social les arrebate la comodidad. El primer paso es exigir, sin miedo ni culpa, una ley que garantice el acceso total a la información pública. El segundo, auditar cada peso. El tercero, castigar al que se aprovechó del Estado.
Sería bueno que, al menos una vez, algún juez saliera públicamente a desmentir esta información. Que explique si de verdad no ganan $12 o $30 millones. Que diga si es falso que se llevan el 4% del presupuesto sin control.
Pero para eso, tendrían que abrir las cuentas. Tendrían que mostrarle al ciudadano común, sin vueltas, en qué se gasta cada peso.
No creemos que se animen.
FUENTE; https://quediario.com.ar/2025/06/23/1623/