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La Cámpora aumenta las críticas sobre Kicillof

La agrupación liderada por Máximo Kirchner apunta al Gobernador porque creen que avala el accionar del intendente de Avellaneda.

Para esta época del año, la situación interna del partido político kirchnerista se caracteriza por un sube y baja. Un día aumenta, otro disminuye. Un día llega la tranquilidad; un día, se llena de ira. Parece que está ordenada un día. Cualquier estrategia posible para reconstruir la fuerza política se ve afectada por la anarquía del conflicto otro día. La mayoría de la conversación se centra en la provincia de Buenos Aires, pero no es la única. La discusión comienza a extenderse por todas las provincias.

En la actualidad, la discusión más complicada se lleva a cabo en la región bonaerense. La confrontación entre Mayra Mendoza (intendente de Quilmes) y Jorge Ferraresi (intendente de Avellaneda) incrementó las acusaciones mutuas y la falta de confianza entre La Cámpora y Axel Kicillof. Cada vez hay más descontento y se acerca la posibilidad de que el peronismo sufra una división en Buenos Aires.

Ferraresi llevó a cabo una reunión en Quilmes el lunes sin invitar a Mendoza. A pesar de cualquier crítica que haya afectado su discurso, ese único gesto provocó la enojo de la líder camporista. Muchos intendentes del conurbano, quienes no pertenecen a La Cámpora ni al armado de Kicillof, argumentan que la intendenta quilmeña se enojó porque comprenden que violó un principio fundamental de la política territorial.

“Parece que Jorge está trabajando para que el peronismo pierda en los distritos que visita. Divide y confronta. Lo que no entiende es que si el espacio pierde en la provincia de Buenos Aires, no existe la posibilidad de que Axel pueda ganar una elección presidencial en el 2027?, analizó un importante dirigente de La Cámpora.

En la organización que conduce Máximo Kirchner están convencidos que si Ferraresi sigue en la misma actitud, “será el responsable de que el peronismo pierda la próxima elección”.

Aumentan la presión de la culpa, le endilgan la posibilidad de que el peronismo se rompa en el distrito electoral más importante del país y le cargan un posible fracaso del peronismo de la provincia de Buenos Aires en los próximos comicios.

El objetivo del camporismo es Kicillof, ya que creen que el Gobernador respalda las acciones de Ferraresi y otros líderes críticos de la agrupación, como Andrés «Cuervo» Larroque.“Axel tiene responsabilidad política en lo que está pasando. ¿No le va a decir nada a Ferraresi, que habla en nombre de él?” sostienen en la agrupación ultra K. Con el paso de los días, la animosidad hacia el gobernador aumenta, además de las dudas.

En La Plata no comprenden las acusaciones hechas por los camporistas. Según ellos, en caso de que Mayra Mendoza tenga una disputa con Ferraresi debido a su actuación en el territorio, no es necesario que acuse al gobernador. Asumen que es necesario hacer un llamado para aliviar las tensiones y lograr una tregua para evitar que la sangre llegue al río. Kicillof no actúa como intermediario. No está dispuesto a hacerlo y no cree que sea necesario.

“Esto se resuelve con elecciones. ¿De dónde salió que no se puede ir a otro municipio. Hay compañeros a los que no están abrazando”, se sinceraron en el entorno de Ferraresi. El intendente de Avellaneda está convencido de que en las próximas elecciones, un grupo del peronismo bonaerense y La Cámpora tendrán que buscar caminos distintos. Por lo tanto, anticipa una división del peronismo. Además, reconoce que existen grupos militantes en el espacio político que deben ser contenidos, mientras que el camporismo no lo hace.

Ferraresi es acusado por la organización ultra K como el principal responsable de esa posible fractura. En Avellaneda, luchan con fuerza. «Vivimos perdiendo elecciones. Y ellos no abrazan a muchos compañeros que Jorge puede abrazar», indicaron desde el municipio ubicado en el sur del conurbano bonaerense. “Si están enojados es porque algo bien estamos haciendo”, sostuvieron en el entorno del intendente, que no se arrepiente de su acción y considera que se necesita una discusión intensa con el radicalismo kirchnerista.

Aunque eso implique un aumento de la tensión, es el momento de hacerlo. La negociación es imposible. Sus seguidores insisten en que la solución es tomar una decisión. Ordenarse después de competir. No hay ningún gesto ni solicitud de una tregua.

Nadie se corre de su lugar. Kicillof no ordena la confrontación. Cristina Kirchner, tampoco. “Dejen de pedirle a Cristina que ordene todo”, aseguran en el Instituto Patria. El clima está caldeado y existe una suerte de anarquía interna que da lugar a una escalada de tensión permanente. Ningún liderazgo es tan influyente y tan respetado como para calmar las críticas y alinear las diferencias. Entonces, la discusión se expande y se multiplica.

En La Cámpora molesta la postura de la gobernación bonaerense. “Ellos viven diciendo que no es tema lo que pasa con la interna y que se dedican a gestionar. ¿Y nosotros qué se piensan que hacemos? ¿Qué no gestionamos? Nos quieren dejar expuestos. Es todo el tiempo así”, aseguró un funcionario camporista. En la agrupación ya no filtran los cuestionamientos a Kicillof. Ya no contienen el malestar que los atraviesa desde el año pasado.

“Ferraresi tiene que aceptar públicamente que su conducción política no es la de Cristina. Que lo diga de una vez. Porque está haciendo todo para que el peronismo termine fracturado y compita por separado el año que viene”, indicó un dirigente de peso en la estructura camporista. El enojo ya no se disimula. Tampoco hay un freno en la acusaciones. La molestia escaló a un nivel en el que nadie tiene en claro cómo va seguir la discusión interna.

La pelea entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner había bajado el tono en las últimas semanas. CFK habló con los dos y se abrió una tregua lógica para calmar la batalla diaria. Sin embargo, esta vez el conflicto se generó por una vía alternativa en la discusión entre la estructura del gobernador bonaerense y el camporismo. “No hace falta que llame Cristina. Esto se resuelve con elecciones”, sostienen en el círculo chico de Ferraresi. La posición política parece estar firme.

El kirchnerismo entró en una etapa de discusiones permanentes que nadie puede ordenar. O, al menos, que nadie tiene la voluntad de ordenar. El espacio político está lejos de cumplir con el verticalismo que lo identifica. Las discusiones son cada vez más horizontales y frecuentes. Ya no hay una sola palabra ni una orden que no se pueda cuestionar. En este tiempo, todos parecen tener un ancho de basto entre sus cartas. Y, al mismo tiempo, nadie amenaza con tener un ancho de espada. /Infobae

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